domingo, 1 de noviembre de 2015

El día de los difuntos

He caminado 10 minutos
bajo el frío del primero de noviembre
recién estrenado
y me he encontrado a varios niños
voceando "truco o trato".

He aplastado un par caracoles
que en su lento viaje hacia la nada
han sido horrorosamente asesinados.
No los veía. Estaba oscuro.

A lo lejos se oían gritos
de jóvenes como yo
que bebían, sin tener un motivo,
cada mililitro de alcohol
que deseaba tener dentro de mi
en ese mismo instante.

Me he encendido un cigarro.
Escuchaba Imagine Dragons en radio 3.
Era de esperar que,
tras haberte recordado todo el día,
no fuera a ser este paseo
la tregua que, en efecto, no llegó.

Era de esperar que, de entre los muertos,
volvieras ofreciéndome tu mano
y yo la agarrara sin pensar un momento
en que, por la mañana,
tocaste a mi puerta y dije truco
porque nosotros no sabemos tratar.
Era de esperar que tus espectros
me arrastraran al abismo en que me encuentro.
Era de esperar que el fuerte viento
terminara este pitillo por ti.
Y, como no, tras todo esto,
subí a casa. A dormir.

Lo que no me esperaba era encontrarme
con ese bendito mensaje
que no me llegaste a escribir.
Orad, feligreses, que hoy muero.
Orad, feligreses, por mi.

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